El impacto ambiental del uso de la tecnología digital ha aumentado la agenda de las organizaciones de todo el mundo. Las tecnologías digitales representan el 3.7 por ciento del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y la aceleración de la transformación digital representa una gran parte de esta cifra.
Con el fin de comprender cuánta energía consumen los servidores, los centros de datos y los dispositivos, y cómo actividades como la computación en la nube y la transmisión de video aumentan el consumo, es clave conocer la huella ambiental total de una organización.
El seguimiento del impacto ambiental general puede resultar complejo para las empresas, pero es cada vez más necesario a medida que la sostenibilidad se convierte en un imperativo empresarial. La reducción de carbono está siendo promovida para que las empresas entreguen informes con resultados ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Si bien el consumo de energía es importante para la sostenibilidad de la TI, extender la vida útil de los equipos de TI instalados y minimizar los desechos electrónicos también desempeñan funciones clave y a menudo las empresas no comprenden completamente de cuánta energía es responsable su función de TI. La gestión de activos de TI (ITAM) ayuda a desentrañar la complejidad de las operaciones de TI y puede evaluar cómo los proveedores contribuyen a la huella ambiental de una organización. Las evaluaciones de ITAM ayudan a las empresas a comenzar su viaje hacia la sostenibilidad al permitirles tomar decisiones de TI mejor informadas para que puedan minimizar el riesgo ambiental y realizar un seguimiento de cómo las iniciativas de sostenibilidad están reduciendo activamente el uso de carbono de manera continua.